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Isla de Pascua: ombligo del mundo

Isla de Pascua está ubicada en la Polinesia en medio del Pacífico Sur, a 2.200 kilómetros de las Islas Pitcairn, el lugar habitado más cercano, frente a costa de Caldera y a 3.750 kilómetros de Santiago de Chile. Tiene una superficie de 166 km2, la que surgió desde el fondo marino tras la unión de tres grandes conos volcánicos (Terevaka, el Poike y el Rano Kau), los que formaron una montaña de la cual emerge una sola pequeña isla que se asoma 510 metros sobre el nivel del mar. Sus primeros habitantes la denominaron Tepito o Te Henúa, que en Rapa Nui significa ombligo del mundo. Actualmente en Isla de Pascua habitan 6.832 habitantes personas que se sitúan en Hanga Roa, el único centro poblado de la isla.

Así como los vestigios lingüísticos y arqueológicos encontrados en islas de la Polinesia respaldan la idea que existió una migración de la cultura polinésica que fue poblando distintos territorios insulares como Rapa Nui entre el siglo IV o V d.C, las leyendas y mitos entorno a la cultura de la isla han sido fuentes importantes para describir el primer periodo de poblamiento. Estas hacen referencia a que la destrucción y hundimiento de Hiva, gatilló una migración liderada por el primer rey (ariki) Hotu Matu’a. Inicialmente, el espíritu del sabio y sacerdote Haumaka viajó hacia el este, encontrando la isla y declarando que esa era la tierra indicada para establecer el reino de Hotu Matu’a. Tras la visita de siete exploradores a la isla enviados por el rey, éste decidió trasladarse junto a su esposa, hermana y un grupo de colonos que trajeron consigo plantas y animales para su subsistencia. Hotu Matu’a dividió la tierra en partes equivalentes para las diferentes familias.

En este remoto lugar llegó a su esplendor una cultura extraordinaria de navegantes que supieron sobrevivir y adaptarse al paso del tiempo, al aislamiento y a las continuas visitas extranjeras. La cultura Rapa Nui logró desarrollar adelantos como la invención de un sistema de escritura incomparable en el resto del mundo, imponentes estatuas de piedra, petroglifos y centros ceremoniales. Todo esto, rodeado de una atractiva geografía que hacen de la isla un museo al aire libre, la que por más de un siglo ha deslumbrado a turistas e investigadores del mundo entero.