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Breve historia jurídica

El origen oficial del Parque Nacional Rapa Nui se sitúa durante el Gobierno de Arturo Alessandri Palma, el que definió parte de la isla como Parque Nacional el 16 de enero de 1935, a través del Decreto Supremo N°103 del Ministerio de Tierras y Colonización. El objetivo principal fue evitar la extinción del arbusto endémico Toromiro.

Ese mismo año, ante la preocupante salida de objetos etnográficos y arqueológicos de la cultura Rapa Nui hacia distintos países, el Ministerio de Educación declaró la superficie completa de la isla como Monumento Histórico Nacional. Se registran anteriormente a este decreto la desaparición de algunos moai, tablillas rongorongo y otras piezas de valor cultural, que fueron a dar a museos en Europa y la Polinesia.

Más adelante, consistente con los avances políticos y el reconocimiento de derechos ciudadanos obtenidos tras las revueltas de 1964, la norma que regulaba el parque también debió ser modernizada. Durante 1966, pocos meses después de la Ley Pascua (Ley N°16.441), el Ministerio de Agricultura creó, mediante el Decreto Supremo N°148, el Parque Nacional de Turismo Isla de Pascua, con una superficie total de 6.977 hectáreas. Solo tres meses después, se dictó un nuevo decreto que disminuyó la superficie a 4.605 hectáreas que excluía la zona del Aeropuerto Mataveri (el aeropuerto de la isla comenzó a construirse el año 1965) y dos mil hectáreas del sector Terevaka.

En sus partes medulares señalaba:

“Que, conforme al artículo 10.0 de la Ley de Bosques, pueden establecerse, en terrenos fiscales, Parques Nacionales de Turismo, con el objeto de garantizar la vida de determinadas especies arbóreas y conservar la belleza del paisaje;

Que, en terrenos fiscales existentes en la Isla de Pascua, existen recursos naturales que es necesario proteger por encontrarse amenazados, por los elementos naturales y principalmente por la erosión de sus suelos, encontrándose incluso, algunas especies autóctonas en vías de extinción;

Que, para combatir la erosión y formar defensas contra el viento, es de urgente necesidad crear áreas boscosas y prestarles la protección debida;

Que, por otra parte, es necesario también conservar la belleza del paisaje, para fomentar e intensificar el turismo hacia la Isla.”

Durante la dictadura se concedió el uso gratuito del Parque a la CONAF a través del Decreto Supremo N° 1203 del Ministerio de Tierras. Posteriormente, en 1976 el Ministerio de Educación Pública declaró como Santuario de la Naturaleza a los islotes (motu) adyacentes a la isla.

Tras la recuperación de la democracia se configuró la distribución que posee actualmente el Parque Nacional, a través del Decreto Supremo N°72 del 20 de marzo de 1995:

“Considerando:

Que, es necesario modificar los deslindes de los sectores del Parque Nacional “Rapa Nui”, a fin de excluir terrenos explotados desde hace muchos años y que han sido asignados a parceleros, terrenos que no reúnen los requisitos mínimos para ser mantenidos bajo la categoría de manejo señalada;

Que, la modificación contempla también la posible expansión futura de la población, de modo de evitar la repetición de situaciones que por el presente acto se trata de solucionar;

Que, la presente modificación en nada afecta las características de la unidad, en lo que se refiere a los aspectos ecológicos y culturales que motivaron su creación y mantención, facilitando en cambio la administración y manejo del Parque Nacional al excluir terrenos alterados, con problemas de dominio y bajo explotación.”

El 8 de diciembre de 1995 se reconoció mundialmente el valor cultural e histórico de la isla, y fue declarada Patrimonio Mundial de acuerdo a la Convención para la Protección del Patrimonio Cultural y Natural del año 1972 por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). El objetivo fue preservar para el futuro esta riqueza cultural e histórica para las próximas generaciones y resaltar la extraordinaria capacidad de esta civilización para sobrevivir, a través del tiempo, al aislamiento extremo y a las múltiples oleadas de viajeros que intentaron asimilarla a sus creencias y costumbres