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Lily “China” Pakarati, hace 4 años que preside una de las dos asociaciones de guías turísticos de Rapa Nui. Empresaria, profesora de inglés, trabajadora y empeñosa, dice lo que piensa de frente, y se considera afortunada de poder dedicarse a una actividad que contribuye a conservar y valorizar la cultura de su pueblo. Dice que ha cambiado mucho desde que los isleños vivían del trueque con los navíos que llegaban a Isla de Pascua, pero que es importante comprender el ritmo y la dirección que toman esos cambios.
En términos de los cambios de los últimos años, claramente ha mejorado la economía, es lo primero que se ve –opina Lily–. Hoy hay mayor poder adquisitivo, la gente tiene acceso a comprar más cosas, a tener más cosas, después de que la isla pasó tantos años de carencia. Entonces el turismo que ha traído el crecimiento de la economía, se ha reflejado en que la gente hoy quiera tener cosas, por ejemplo una casa más grande, una casa más bonita.
La casa generalmente era un lugar práctico, un lugar de reunión de la familia, una cocina, pero nunca nadie se ocupaba tanto de hermosear tanto las casas. Pero hoy día la gente… hay una tendencia a querer tener su casa más linda, más grande. Como hay más dinero uno tiene más acceso a comprar los materiales de construcción.
El turismo ha crecido, el segmento de turistas también ha cambiado un poco. A mí me parece que es bueno que hoy día los chilenos continentales tengan acceso a la isla, mucho más que hace 10 años. Todavía sigue siendo caro, pero antes venir a Rapa Nui para un chileno continental era casi o más caro que ir al extranjero.
Para tu familia... ¿Cómo ha cambiado la vida en estos 10 años?
Tú ves por ejemplo en la calle la cantidad de autos, ha crecido la cantidad de vehículos. Como hay más plata, la gente que tiene mayor poder adquisitivo compra un auto más grande. Antes también te diría que la comunidad era bastante pareja, no se notaban tanto los estratos sociales; todo el mundo iba al mismo colegio. Hoy día hay colegios distintos, hay un colegio que es pagado.
A mí me parece que es un poco lo natural en la condición humana. No estoy haciendo un cuestionamiento de valor en ese sentido, sino que tú ves esos cambios.
Pero ¿Ha cambiado el corazón de la gente de la isla?
Sí, obviamente que sí. La gente se ha puesto mucho más individualista, antes había una cosa mucho más comunitaria.
Yo te podría decir algo que me marcó mucho: cuando yo volví a radicarme en la isla en el año 2003, yo vi por primera vez -me chocó mucho- que la gente vendía los pescados. Mi padre es pescador, yo vengo de una familia de artesanos, de pescadores. La gente antes compartía los pescados, las familias venían a pescar y se comía lo que uno daba abasto, y el resto se repartía.
Y cuando caminé por la calle con mi papá y vi por primera vez que la gente vendía, sobre todos los pici. Ahí, en ese momento, yo me di cuenta que ya el chip de la gente en Rapa Nui había cambiado. Hoy ya se cambiaba algo por dinero, no era sólo compartir. Hoy hay muy pocas cosas que se hacen gratis.
Te voy a decir, a pesar del desarrollo, del crecimiento tan bullante que ha tenido la economía, creo que en Rapa Nui todavía se conservan cosas buenas. La seguridad a ti no solamente te la da tu casa, sino que te la da tu familia. Tú siempre en la isla vas a estar seguro. Vas a estar seguro porque si no tienes trabajo o si estás enfermo, siempre vas a tener a un miembro de la familia que te va a acoger, que te va a dar vivienda, que te va a dar comida, no sé si eternamente, pero por lo menos un tiempo.
Siento que la gente Rapa Nui -o por lo menos en mi caso- yo fui siempre muy humilde, yo nací aquí, me crié gran parte de mi infancia y juventud afuera, pero siempre vine. Siempre estuve muy cerca, tuve una relación muy cercana a mi padre, que es Rapa Nui, por lo tanto yo siempre quise estar con él, cerca de él.
Creo que la clave, cuando volví a la isla, llegué con una actitud muy humilde, en términos de siempre querer escuchar. Siempre escuché la palabra de mi papá, de mis primos, de mi familia. Hoy día en la juventud, que viene hoy con un grado académico, hay cierta, no sé si, arrogancia, pero creo que de repente la formación académica no te entrega todas las herramientas que significa adquirir cierta sabiduría, que es escuchar a la gente.
A mí me parece que en ese sentido, yo fui siempre muy disciplinada para trabajar. Eso no lo aprendí aquí, lo aprendí afuera. Fui siempre muy rigurosa para trabajar.
Esto que está pasando, esto que prometió la Presidenta Bachelet, de un proceso de entrega de administración del parque. ¿Se siente, tiene sentido, tiene resonancia, lo están viendo como un hito?
A mí me parece un tremendo hito, creo que es muy importante y siento que quizás ni siquiera los propios Rapa Nui tenían la seguridad ni la confianza de que podría resultar.
Me parece que ha sido importante de dos formas el proceso; uno va aprendiendo a medida que va echando a perder, pero sin duda, que los Rapa Nui son absolutamente capaces de administrar el parque.
Me parece que en el caso de Rapa Nui está mal usado el concepto, creo que esto es mucho más que un parque; estos son sitios arqueológicos, son sitios sagrados para los Rapa Nui. Me gustaría incluso que en el futuro se pudiera cambiar la denominación de Parque Nacional.
Tomás Tuki Tepano Makoi, es uno de los más destacados y reconocidos artistas talladores de Isla de Pascua. Con 35 años de experiencia en el oficio del tallado de la madera, ha podido exponer sus piezas en el Palacio de La Moneda y el extranjero y ha recibido varias veces el Premio a la Excelencia Artesanal del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.Sus creaciones son reflejo de las ancestrales formas de los moai kava kava, y de diversas expresiones en madera, desde el raimiro tradicional hasta delicadas reproducciones de los moai.
Trabajo en arte, construyo. Todo lo que tú ves en este sector lo construí con mis propias manos, y también me dedico a la pesca, cuando hay temporada de atún.
Vimos unos pequeños que sacaron ahora. Los que sacaban antes eran de metro y medio.
Es lo que nos dejan las factorías, los barcos pesqueros.
Mi abuelo, que vivía cerca de nosotros acá, yo pasaba siempre a ayudarle a lijar su moai, ayudando a cortar su madera. Los nietos íbamos a cortar su madera y trasladarlo, en ese entonces a puro hombro, porque no había sistema para traerlo.
Mirando y mirando se fue aprendiendo, y también escuchando a los viejos. Decían que no hay que alejarse de esto, hay que tratar de mantenerlo hacia el futuro, porque en el futuro van a haber resultados.
Como vi que era un tipo de sustento que en ese entonces se podía… llegaban los americanos y se podía hacer trueque; se cambiaba por ropa, por lo que se podía.
Entonces, en los trueques de mi abuelo llegaban los dulces, y nos interesaba porque dulces no existían en la isla, ni Coca Cola. Y ahí el viejo le decía a él le gusta más en la onda que llegan los americanos en avión porque en sus tiempos, ellos perseguían los barcos que pasaban por acá a remo.
Hay otros que pasaban por curiosidad a la isla, miraban la isla y se iban, pero había otros que se quedaban y hacían cambalache ahí mismo. Lo que sea, lo que tuviera en el barco en ese momento, cigarros, lo que sea y ahí uno va viendo lo interesante que es aprender a tallar porque no había tema de dinero en la isla.
¿Ellos tenían conciencia de que esto se podía acabar, se podía extinguir?
Sí, ellos trataban de transmitirnos para no perder porque, por ejemplo, los más sabios, los ‘longo longo’, por ejemplo, se han ido alejando en el tiempo por la enfermedad y el trato que se hicieron con los barcos peruanos que llegan a buscar a la gente acá y fueron muchos los sabios que se perdieron en esos trayectos.
¿Se los llevaron de esclavos?
A Perú. Es un poco triste la historia de ellos en comparación a la vida de hoy día. Desde el año 2000 la isla creció más. Avanzó más rápido. Hubo más turistas. Lan Chile, fue más grande, Lan Chile ya no era con hélice.
Con el hospital, tuvimos buen hospital en el año 1973, los americanos lo construyeron, pero comparado con el de ahora, está mejor todavía, mucho mejor. No había camino pavimentado, ahora está pavimentado todo el borde costero. E n ese entonces el camino a Anakena era pura piedra, zanja que abre el agua y piedra. Ahora tú vas en segundos y llegas allá. Ir a Anakena en ese entonces era un problema, tenías que ir en caballo. Hoy día en 10 minutos estás allá.