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Tiare Tepihe (9 años) y Hini Araki (11 años) son alumnas del “Colegio Hermano Eugenio Eyraud” de la Isla de Pascua. Este establecimiento Particular Subvencionado es parroquial, y su sostenedor es la Fundación Oficio Diocesano de Educación Católica (FODEC). Su nombre recuerda al religioso de la Congregación de los Sagrados Corazones que fue el primer evangelizador de Isla de Pascua.
Más de 850 niños estudian en Hanga Roa. Dos pequeñas se columpian de la rama de un árbol en el patio de la escuela. De un salón salen sonidos de guitarra y ukelele: los niños más grandes están ensayando sus bailes y cantos Rapa Nui, con el profesor de lenguaje y el maestro de música. Entre las dos relatan –una vez más- las historias que han contado sus abuelas, las nietas de los constructores de moai, las niñas y niños de otros tiempos, por más de mil años:
–Me cuentan de Hotu Matu’a, de que Hotu Matu’a era un rey, que llegó navegando, con su pueblo, hasta acá. Y ellos gobernaron la isla. Que un hombre estaba durmiendo y su espíritu se fue a todo el mar y vio toda esta isla, y pensó decirle al rey. Despertó y le dijo al rey. Su hermano navegó para acá, y vinieron acá. Hotu Matu’a les creyó y se vinieron para acá.
–Haumaka, es el sueño de Haumaka. Y después tuvieron un hijo. Es que llegaron a la isla y después la esposa de Hotu Matu’a estaba embarazada mientras navegaban. Llegaron para acá y nació su hijo: Tuu Maheke. Ahí empezó todo, el primer rey.
–Después de todo eso llegaron los conquistadores. Se llevaron algunos moai, se llevaron a la gente, se llevaron al rey, se llevaron a la mayoría del pueblo.
–Yo tenía una tátara tátara tátara tátara abuela. Ella tenía un terreno, que era de los Tepihe, como mi mamá, y un hombre no le quiso dar el terreno, pensó que era suyo, así que ella murió. Y después empezamos todos a cuidar el terreno, de los Tepihe.
–Se llevaron al rey, a muchas personas así, pero quedaron algunas ahí, un montón de personas de algunos clanes quedaron.
¿Esas tradiciones, esas historias, a ustedes les gusta que las mantengan? ¿Qué es lo que más te gusta de Rapa Nui?
–El idioma, que se conserve, son tantas cosas. El lugar más lindo es una cueva que se ve el atardecer, Anakai Tangata.
–Yo dejaría que ya dejaran de quemar, porque en mi casa iba saliendo con mi hermana y se enfermó gracias al humo. Estaban quemando, Yo tenía ganas de decirle a esa gente que dejara de quemar lo que no es suyo, porque acá hay muchos incendios que pasan acá en la isla, que hay que cuidar, que no hay que fumar, no hay que consumir las drogas. Quiero proteger a la isla.
Los antiguos que llegaron con Hotu Matu’a… ¿Eran buenos para eso, cuidaban?
–Cuidaban, hacían Haremoa para las gallinas, un gallinero de puras piedras. Las puedes ver en Orongo. Mi abuela entró en una, yo le dije “abuela, no”. Haremoa es como casa, de los pollos. Es como una casa, con paja. Igual que la película de Moana. Hacían las mismas casas.
Te sabes alguna canción o poesía en Rapa Nui?
–Tatá tatá, Tatá te vaka po ihu-ihu mea-mea;o ou; e oho kero é.
–...Y ahí se va repitiendo. Es un tipo de kaikai: hacer formas con hilos. Espíritu haka, algo así, y que las aves circulan, algo así... Círculos hacen los pájaros, algo así...
–Es como hacer formas con unos hilos, y así, y después van tomando una forma y eso es un kaikai. Normalmente se repite dos veces.
¿Quién te lo enseñó?
–Mis abuelas. Se llama Alicia, prefiere que le digan Sike. Y mi otra abuela María, de la “Lavandería María”.
–A mí me enseñaron los kaikai mi mamá y mi papá.